Hoy en día, las marcas cuentan con un gran número de canales mediante los cuales transmitir su mensaje al cliente final, pero aun así son muy pocas las que logran crear una conexión con este, ¿Qué lo hace tan difícil?
Gracias a las redes sociales y al Big-data, pareciese que conociéramos al consumidor más que él a sí mismo. Pero la realidad es muy distinta, ya que son pocas las empresas que logran interpretar estos datos de forma correcta y transformarlos en contenido de valor que no termine siendo solo ruido en su mente.
El mayor reto al que se han visto enfrentadas las empresas durante estos últimos años, ha sido el encontrar la forma correcta de dirigirse a una generación con hábitos de consumo totalmente distintos a su predecesora. Un nicho de mercado que en vez de valorar lo deseable prefiere lo correcto, y en lugar de recibir órdenes de compra, antepone los mensajes que le ofrecen opciones y recomendaciones.
La forma de relacionarse entre los vendedores y los compradores también tuvo que ser modificada para entender a este nuevo consumidor, dando paso a nuevos roles como; el cliente “Auto empoderado”, quien nace a partir del reconocimiento de su voz por parte de las empresas al momento de generar el mensaje en la estrategia empresarial. Con este nacen “los otros”, quienes son la comunidad con la que se relaciona en diferentes medios y los cuales se comportan como prescriptores del producto/ marca. Finalmente encontramos a “La marca aliada”, que es aquella que reconoce a los anteriores y crea canales bidireccionales de comunicación, generando contenido de valor para su target.
Además de cambiar las relaciones y dinámicas entre el cliente y la empresa, también han cambiado las vías por las que las marcas se convierten en elementos culturalmente relevantes, siendo solo aquellas que realizan un correcto análisis de los datos del consumidor, quienes encuentran las formas correctas para hacer llegar el mensaje al cliente, convertirlo en ventas y mantenerlo interesado por la marca.
Todo lo anterior ha hecho que las marcas tengan que ser brutalmente honestas consigo mismas y con el cliente, centrándose en comunicar el producto tal cual es y no intentar justificar su uso con otros aspectos que al final no serán considerados justos ni reales, confundiendo al cliente y generando ruido en su cabeza.
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